miércoles, 8 de abril de 2015

MoMA


En un esfuerzo titánico por reflejar mejor la construcción producida al sur de Estados Unidos, el museo neoyorquino exhibe más de 500 trabajos originales realizados durante un cuarto de siglo, de 1955 a 1980. La exhaustiva investigación muestra respuestas similares a problemas que no distinguen fronteras
por Rafael Mathus Ruiz
NEW YORK.- Fuerte Apache. El estadio mundialista de Mendoza. La Biblioteca Nacional de Buenos Aires. El edificio de la Cepal en Santiago de Chile. La Plaza de los Tres Poderes de Brasilia. Todo eso junto se puede ver en un mismo lugar, en Nueva York.
El Museo de Arte Moderno (MoMA) de esa ciudad culminó el domingo pasado un trabajo de cinco años con la apertura de la exhibición América Latina en construcción: arquitectura 1955-1980, un intento por darle una mayor presencia a la creatividad de la región en Estados Unidos y, así, ampliar y elevar la conversación sobre su aporte a la arquitectura global.
No es la primera vez que el museo ensambla una muestra sobre arquitectura en América Latina. La primera vez fue hace sesenta años, en 1955. Por su escaso contenido, esa exhibición quedó en la memoria como un intento fallido por mostrar lo que ocurría al sur de Estados Unidos. Esta vez, el MoMA se esforzó por reflejar mejor la construcción regional, un esfuerzo único en el que se combinan el caos político, la ineludible influencia europea, la religión, el desarrollo y la migración a las ciudades.
"El objetivo de esta exhibición es corregir el hecho de que no aprendí nada sobre América Latina al estudiar para tres títulos de historia del arte", dijo el curador del Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, Barry Bergdoll, al presentar la muestra. "Si la próxima generación de libros de texto es diferente, habremos tenido éxito", completó sobre el final. Bergdoll, autor intelectual de la muestra, la definió como una investigación histórica que busca abrir al público los laboratorios arquitectónicos de la región.
La exposición reúne más de 500 trabajos originales que en su mayoría nunca han sido exhibidos y abarca un cuarto de siglo, de 1955 a 1980. Un tiempo durante el cual "se crearon sorprendentes obras a las cuales nunca se les han reconocido del todo su lugar en los anales de la historia de la arquitectura moderna", según el museo. Es, además, el período del desarrollismo en la región.
La primera sala, que sirve de introducción a la muestra, está dedicada a los años previos a 1955. Allí se resume la historia del desarrollo de siete ciudades: Buenos Aires, Montevideo, San Pablo, Río de Janeiro, Caracas, México D.F. y La Habana. El pasado de cada ciudad se hace presente con un video en blanco y negro que lleva a principios del siglo XX.
Las elegantes salas del MoMA, amplias, de techos altos y bien iluminadas, ofrecen quizá uno de los mejores espacios para una muestra de arquitectura. El museo le dedicó su amplía galería en el sexto piso, donde, a primera vista, la exhibición abruma: hay infinidad de trabajos, incluidos maquetas, fotografías, bosquejos, planos y dibujos. Se rescataron varias "perlas", como el primer bosquejo de Lúcio Costa de Brasilia, un puñado de trazos grises en un sobre que el tiempo volvió amarillento.
Junto a Bergdoll trabajaron Patricio del Real, del MoMA, el argentino Jorge Francisco Liernur, de la Universidad Torcuato Di Tella, y Carlos Eduardo Comas, de la Universidad Federal do Rio Grande Do Sul, de Porto Alegre, Brasil. Hubo, además, un comité de asesoría de toda América Latina.
"No quisimos mostrar los países y su arquitectura, sino lo que tienen en común: la cultura ibérica y la religión católica, pero sobre todo los problemas que comparte el continente. Las soluciones a veces coinciden de un lado y otro de las fronteras y no necesariamente son nacionales", explica Liernur.
La exhibición explora trazos entre obras emblemáticas de la región, puntos de encuentro a la hora de pensar y diseñar edificios y espacios. La mayoría de las obras están concentradas en la galería principal, dividida con tabiques abiertos que invitan a buscar con la vista esos puntos de encuentro.
Brasilia, uno de los ejemplos de planificación urbana moderna más impactantes del mundo, y el nacimiento de la "ciudad universitaria", un experimento regional radical, son algunos de los conceptos destacados de la muestra. Allí sobresale la sede de la Universidad Autónoma de México (UNAM). También hay un espacio dedicado a las formas en las cuales la región lidió con los problemas de vivienda. La Argentina aporta una respuesta: Fuerte Apache.
Hay reseñas de edificios que crearon una nueva permeabilidad entre el espacio interior y exterior: el Jockey Club de Río de Janeiro y el Teatro General San Martín de Buenos Aires, de Mario Roberto Álvarez y Macedonio Ruiz, y obras de Clorindo Testa, como el edificio del Banco Hipotecario (antes, el Banco de Londres) o la Biblioteca Nacional. Otras piezas llaman la atención, como el estadio mundialista Malvinas Argentinas, de Mendoza, construido durante la dictadura militar para el Mundial de 1978. Esa inclusión, que puede descolocar, abre una reflexión. "Tiene un gran valor en relación con el paisaje. Es un plato enterrado en la arena. En ese sentido, es muy delicado. Imaginate poner en ese lugar el Monumental", explica Liernur.
La muestra es la culminación de un esfuerzo hercúleo. La idea original, de Borgdell, surgió poco después de que asumió su puesto en el MoMA, en 2007. Liernur recordó que comenzaron a conversar sobre este tema "por 2011 o 2012". Hubo un extenso trabajo de campo, con decenas de viajes, reuniones y pedidos. La lista de agradecimientos, desde ya, es extensísima.
"En cada país hay muchísima gente que nos ayudó -señala-. Tratamos de conectarnos con quienes nos permitieran interpretar y conocer mejor cada lugar. Empezaron a aparecer cosas increíbles que nunca habían sido rescatadas".
Ficha: América Latina en construcción: arquitectura 1955-1980, editado por el MoMA.