jueves, 1 de enero de 2015

Cai Guo- Qiang


por Celina Chatruc
Con sus propias manos, cada día durante un mes, un grupo de hombres cava hoyos en Pourrières, una pequeña ciudad del sur de Francia. Entre ellos se cuenta Cai Guo-Qiang, el hombre que llenará de pólvora esos cuarenta y cinco "cráteres de meteorito" que simbolizan la historia de la Tierra, los unirá con una mecha de ochocientos metros de largo y los hará estallar al atardecer, para que el humo y las llamas se fundan con el sol poniente. Con esta imagen apocalíptica, el artista chino busca hacernos recordar que algún día todo lo que conocemos desaparecerá.
"Los planetas y las estrellas nacen de explosiones y mueren en implosiones: ése es el destino de todas las cosas vivas. El objetivo de este proyecto era despertar conciencia en la humanidad sobre la importancia de nuestro entorno, para que veamos su destino desde una perspectiva que vaya más allá de nuestro propio planeta", explica Cai sobre esta primera performance en Occidente que marcaría en 1990 un punto de inflexión en su carrera.
Mañana, cuando inaugure en Fundación Proa su primera muestra en la Argentina, Cai demostrará una vez más por qué es considerado uno de los artistas contemporáneos más destacados del mundo (ver aparte). Después de haber visitado Misiones, Salta y Buenos Aires, decidió que el conjunto de obras inspiradas en nuestra cultura se llamaría Impromptu, como las piezas musicales basadas en la improvisación. El trabajo realizado en Buenos Aires con estudiantes locales se completará el 24 de enero sobre el Puente Avellaneda, con uno de sus famosos "proyectos de explosión" que buscan conectar al hombre con otra dimensión a través de una experiencia impredecible y efímera.
"Durante varios años me intrigaron dos ideas: la percepción visual desde el universo y la interacción entre el hombre y el cosmos -escribe Cai en uno de los textos del catálogo-. El principal medio que utilicé para experimentar con esas ideas fue la pólvora, con la esperanza de que los momentos de explosión se fundieran en el movimiento continuo que no se detiene desde el big bang."
Con ese espíritu que busca ampliar la perspectiva humana apelando a la ancestral "medicina de fuego" creó su serie Proyectos para extraterrestres. Uno de ellos consistió en sumar a la Muralla China un tramo humeante que se adentraba diez mil metros en el desierto de Gobi. Ese cuestionamiento sobre la necesidad primaria de levantar muros tangibles e intangibles se reiteraría en su imponente instalación Head On, realizada en 2006 Berlín, que representó a una manada de lobos chocando una y otra vez contra una pared de vidrio. Los animales simbolizan, en sus obras, una humanidad cada vez más enferma y agresiva.
Nacido en Quanzhou, antigua ciudad que llegó a ser uno de los puertos más grandes del planeta, ese chico que creció en un ambiente intelectual y observando cómo su abuela evocaba los mundos invisibles de sus antepasados decidió convertirse él mismo en un puente intercultural. Con un hábil manejo de distintas disciplinas -dibujo, instalación, video y performance- llegó a ser un artista-etnógrafo que lograría unir opuestos: la tradición con lo contemporáneo, lo físico con lo metafísico, Oriente con Occidente. En 1995, en uno de sus típicos gestos rituales, transportó en un barco pesquero a la Bienal de Venecia las hierbas medicinales que Marco Polo había "olvidado" llevar a esa ciudad cuando partió de Quanzhou setecientos años antes.
De su padre pintor y de su formación durante la Revolución Cultural de Mao, Cai heredó la idea de que cualquier cosa que rompa las reglas es buena. Pero en lugar de enfrentarse con sus tradiciones las usó como base para integrarlas y trascenderlas. Sus proyectos suelen involucrar a voluntarios de todo el mundo porque está convencido de que el arte y la cultura pueden transformar la sociedad.
"Desde que los seres humanos empezaron a reconocer fronteras entre las naciones, hemos usado la pólvora para resguardar esas líneas artificiales que originariamente nunca existieron. Y lo seguiremos haciendo", observa Cai. Y agrega: "Los extraterrestres y los superhombres ignoran las fronteras nacionales. Eso debería hacer la humanidad: intentar obtener una visión más amplia del horizonte sin fin del universo".

ADN CAI GUO-QIANG

 
Quanzhou, 1957
Es uno de los artistas contemporáneos chinos más consagrados a nivel mundial, junto con Ai WeiWei y Yue Minjun. Sus obras integran dibujo, instalación, video y performance. Estudió escenografía en la Academia de Teatro de Shanghái. Entre 1986 y 1995 vivió en Japón, donde comenzó a trabajar con pólvora en sus dibujos. Luego experimentó con explosivos en gran escala. Entre otros premios obtuvo en 1999 el León de Oro en la Bienal de Venecia, donde curó en 2005 el primer pabellón nacional de China. En 2008 dirigió los efectos especiales de las ceremonias de apertura y cierre de los Juegos Olímpicos en Pekín. Actualmente reside en Nueva York y exhibe en todo el mundo.
Ficha. Impromptu de Cai Guo-Qiang en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929), desde mañana hasta marzo de 2015. Proyecto de explosión: 24 de enero en el Puente Avellaneda.
@cchatruc.

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