viernes, 28 de diciembre de 2012

Balance de 2012

Lo que deja 2012, un año para recordar


¿Por dónde empezar? Por la pintura de Cézanne Los jugadores de cartas comprada por la jequesa de Qatar en 250 millones de dólares. Se trata de una de las versiones de los jugadores que pintó Cézanne, introductor del cubismo con su célebre pintura del monte Saint Victorie, en 1895, en la que el paisaje facetado marca el comienzo de una nueva manera de mirar. Desde febrero de 2012, Cézanne es el artista más cotizado de la historia.
Con la venta de Los jugadores de cartas se confirmó lo que todos imaginábamos: cada día hay más museos en el mundo y menos colecciones disponibles. Convertidos en destino de miles de turistas, estas catedrales del siglo XXI mueven el amperímetro del turismo y suman estrellas a las ciudades. Va como botón de muestra por si falta hiciera lo dicho una semana atrás en estas páginas por el dos veces ministro de Cultura de Mitterrand, el carismático Jack Lang. "Cuando construimos la Pyramide diseñada por el chino Pei, como puerta de acceso al Grand Louvre, la cifra de visitantes se multiplicó por cuatro."
 
Obra de Richard Anuszkiewicz exhibida en el Macba. 
Para decirlo con las palabras del inefable Federico Manuel Peralta Ramos, despedimos un año "raro". Muchas puertas se cerraron y muchas señales alertaron sobre una realidad social y económica compleja. Sin embargo, tal como sucedió en 2001, cuando la peor de las crisis les puso alas a proyectos de artistas y a ferias -basta recordar la exitosa edición de arteBA 2002 impulsada por Jacobo Fiterman contra viento y marea-, este año se multiplicaron las buenas noticias que fortalecen los argumentos para hacer de Buenos Aires la capital cultural del Cono Sur.
En septiembre, cumpliendo a rajatabla con el cronograma anunciado, Aldo Rubino inauguró el Macba en el histórico barrio de San Telmo, con un vecino de "alta gama" como es el Mamba y la decisión de dar visibilidad internacional a la abstración y a la geometría. Rubino, financista y banquero de Wells Fargo con base en Miami, amigo de tenistas inversores, comenzó coleccionando por placer y terminó inaugurando un museo atractivo, donde el color y la línea son protagonistas (foto arriba). Desde que abrió sus puertas Macba despertó el interés del público local y de revistas de culto como Monocle de Tyler Brulè, y abrió, como era de esperar, el libro de pases en el arte. María José Herrera, pilar por años del staff del Museo Nacional de Bellas Artes, es la actual directora de Macba. Es noticia fresca el pase de Florencia González Langarico, directora del programa educativo de Malba que llevará su know how al museo de la avenida San Juan, centrado en la geometría con obras de Le Parc, Cruz Diez, Kasuya Sakai, Sobrino y Gachi Hasper, entre otros.
 
Móvil de Julio Le Parc, uno de los grandes protagonistas de arteBA 2012. 
En el balance de un año excepcional para el mundo del arte, Buenos Aires fue escenario de muestras de altísima calidad. Una seguidilla que ni el más optimista gurú hubiera imaginado permitió ver en la ciudad remota obras de Rafael, Tiziano, Lorenzo Lotto, Il Guernico, Crivelli, procedentes de la región Delle Marche, en Italia, con el auspicio de un nuevo "jugador", el financista y emprendedor Enrique Blackley (Hope Funds) y la organización de Artifex, que debutó con la muestra en el Museo Nacional de Arte Decorativo bajo la conducción de María Pimentel Lanusse. Mención aparte merece la Fundación Osde que lleva adelante con la curaduría de Teresa Costantini un tarea digna y ejemplar.
Tras un año de conversaciones e intercambio de ideas con la curadora Diana Weschler, el conceptual Christian Boltanski creó inquietantes y provocativas instalaciones para la vieja biblioteca de la calle México; el Hotel de Inmigrantes y el pabellón de Muntref, rama museológica de la Universidad Nacional de Tres de Febrero que tendrá a su cargo el futuro Museo de Inmigrantes (ver página 11).Casado con Annette Messager, Boltanski (París, 1944) es considerado el artista vivo más influyente de Francia. Representó a su país en la última Bienal de Venecia con una instalación que invitaba a la reflexión y movilizaba los sentimientos más profundos.
Fundación Proa en 2012 volvió a concretar un proyecto en línea con las exhibiciones de los Olmecas, Louise Bourgeois, Sol LeWitt, y trajo a la luminosa sede de La Boca 140 piezas del suizo Alberto Giacometti , en cooperación con los Museos de Arte Moderno de Río de Janeiro y la Pinacoteca de San Pablo, con el incondicional aporte de Tenaris. Presidente de Proa, miembro del comité del MNBA y del comité de selección de Cancillería para la Bienal de Venecia, Adriana Rosenberg no teme los desafíos. Es la mayor muestra del suizo realizada en la Argentina. Una puesta memorable de Véronique Wiesinger que hilvana la historia de afinidades entre Giacometti, los coleccionistas Jorge y Matilde Born, los Pirovano y el genial decorador, precursor del minimalismo, Jean-Michel Frank.
 
La muestra de Alberto Giacometti continúa en Proa hasta el 9 de enero. 
Termina un gran año para Malba al sumar en su calendario de exposiciones obras de Nan Goldin, Tracey Emin, Beatriz Milhazes y Óscar Muñoz, además de iniciar el programa de cooperación con el Museo de Bellas Artes de Houston, impulsado por los curadores Marcelo Pacheco y Mari Carmen Ramírez. En 2012 viajaron a Houston 50 obras maestras de Malba, entre ellas la "postal" del museo que es el Autorretrato con loro, de Frida Kahlo. Para coronar, Malba cerró la temporada con el anuncio oficial de la ampliación del museo votada por mayoría absoluta en la Legislatura porteña.
Serán 4000 metros cuadrados de salas, bajo la plaza Perú, según un proyecto del oriental Carlos Ott, que permitirá contar con nuevas salas de exhibición para la colección permanente (se exhibe actualmente sólo el 30 por ciento del patrimonio), mil metros para muestras temporarias, dos auditorios y espacios destinados a las actividades didácticas, consideradas clave por el fundador del museo, Eduardo Costantini, en la misión de Malba. En la plaza Perú el estudio brasileño Burle Marx recuperará el espacio que supo ocupar un laberinto creado por el paisajista, colaborador de Niemeyer en Brasilia y diseñador de esas veredas ondulantes por las que supo caminar tantas veces la garota de Ipanema, en Río de Janeiro. Cuesta creer que la piqueta sin alma haya arrancado el laberinto de su emplazamiento original . Burle Marx tiene una segunda oportunidad.
En el imponente Faena Arts Center de Puerto Madero, Los Carpinteros se aplicaron a crear esas fabulososas instalaciones que asocian genio y delirio en un estilo que ya es la marca registrada del colectivo cubano, responsable, también, del stand de El País de Madrid en la última edición de ARCO. Franz Ackermann cerró el año en el FAC con un explosivo mural inspirado en las mil caras de Buenos Aires. Mientras tanto, el empresario y desarrollador inmobiliario Alan Faena no se queda quieto: el próximo paso será Miami, donde los multipremiados arquitectos Rem Koolhaas y Norman Foster avanzan con un proyecto que le dará nueva vida y metraje al viejo hotel Saxony de South Beach, Miami.
Será la oportunidad de trazar un paralelo entre el patrimonio arquitectónico y aluvional de Miami y el de Buenos Aires, ese formidable patchwork estudiado con lupa por el arquitecto Fabio Grementieri, que tiene en preparación un volumen sobre Miami-Buenos Aires. Recurso no renovable y orgullo de Buenos Aires,el patrimonio arquitectónico será el eje, también, de una serie de notas que publicará adncultura a partir del próximo viernes. Una suerte de "manual" por entregas cuyo punto de partida es el irresistible encanto de la influencia francesa y la piedra París que definen el perfil único de la ciudad.
 
Siesta, de Antonio Berni, uno de las nuevas adquisiciones del Museo Nacional de Bellas Artes para la sala que llevará el nombre del rosarino. 
En 2012 la ficción se dejó seducir por el glamoroso mundillo del arte y convirtió a los habitués en personajes de novela. Primero el gran éxito de Michel Houllebecq con El mapa y el territorio, que le valió el premio Goncourt. Narra la vida de un artista conceptual que conquista fama, éxito y dinero con una remake de los mapas distribuidos con las guías Michelin. Con gracia y mucha insight information describe los vernissages animados por Bernard Arnault (LVMH), Carlos Slim (Claro) y François Pinault (Christie's) , sorprende por la seguridad con que se mueve en la arena del arte. Otro tanto puede decirse de Un objeto de belleza, de Steve Martin, divertida radiografía del universo de las subastas y los marchands. Todo visto por un narrador onmisciente, crítico de la revista Art Forum, y protagonizado por Lacey, una chica arty con más ambición que escrúpulos que inició su carrera en Sotheby's .
En 2012 se hizo evidente que existe otra tensión entre el público no iniciado, las empresas y el arte. Cierto frenesí por "pertenecer". El increíble suceso de público de arteBA y Buenos Aires Photo, los bares temáticos, las librerías que cuelgan muestras, las clínicas para neófitos y las becas para especialistas. Los coleccionistas de hoy sintonizan con el creciente protagonismo de los sponsors en la realización de proyectos,premios y donaciones. Va como ejemplo el invalorable aporte de la Asociacón de Amigos de Bellas Artes, presidida con solidez por Julio Crivelli, en el ambicioso proyecto de aggionar nuestro museo mayor.
Y están los artistas como celebrities. En este selecto club de elegidos está Adrián Villar Rojas, rosarino de 32 años salido de las canteras de Curriculum Cero (Ruth Benzacar), representante argentino en la Bienal de Venecia. Este año expuso en la Documenta de Kassel su obra Return to the World (página 4) y fue "fichado" por Marion Goodman, que tiene en su staff a Gabriel Orozco, Anselm Kieffer y Tony Kragg, entre otros ,
 
La muestra Meraviglie dalle Marche reunió 600 años de pintura italiana en el MNAD. 
Para Guillermo Alonso, director del Museo Nacional de Bellas Artes en los últimos cinco años, 2012 puede ser el año de los sueños cumplidos. Al nuevo guión curatorial de la planta baja enfatizado por una paleta de colores que pone en valor la piel nívea de la Ninfa sorprendida de Manet y el ocre dramático de Sin pan y sin trabajo, se suma el replanteo total del primer piso. Habrá una sala dedicada a Berni donde se exhibirán las nuevas adquisiciones: Siesta, El Cristo en el departamento y San Sebastián. Se cumple así la voluntad de acrecentar el patrimonio, según el deseo de Eduardo Schiaffino cuando fundó el museo el 26 de diciembre de 1896.
La relectura de las colecciones realizada por el crítico e historiador Roberto Amigo busca potenciar el diálogo entre el arte argentino, las obras latinoamericanas y el arte europeo, una mirada abarcadora que privilegia los lenguajes expresivos. El mejor ejemplo es la pareja que forman El equilibrista de Curatella Manes y la pintura circense de Léger que exhibe la inconfudible solidez escultórica de sus figuras.
En un año de debates abiertos e interrogantes sin respuesta, el Mamba cobró inusual protagonismo por la muestra Últimas tendencias II, que más allás de razones y sinrazones permitió trazar un panorama de lo producido en la Argentina del siglo XXI. Bueno es saber que cierra la temporada con una retrospectiva de Margarita Paksa. Eternamente joven.

frida viajera

 
De Buenos Aires a Houston. El Autorretrato con loro de Kahlo fue comprado por Eduardo Costantini en las salas de York Avenue y la calle 72 de Manhattan. Mientras duraron las obras de Malba acompañó a peatones y conductores como una gigantografía y fue tapa del catálogo del museo. En 2012 viajó al MFAH como parte del programa de intercambio.

Temas & protagonistas


  •  
    Obra de Christian Boltanski en la antigua sede de la Biblioteca Nacional. 

    Centro Cultural Recoleta.
    El más visitado de Buenos Aires despide el año con muestra multimedia organizada por la Universidad Maimónides y unipersonales de Ana Lía Werthein y Jorge Canale
    Aldo Sessa y Buenos Aires.
    Medio siglo con la cámara al hombro, la muestra del fotógrafo caminante inauguró una nueva era para la Colección Fortabat
    César Peli y León Ferrari.
    Arquitecto y artista recibieron en 2012 el Konex de Brillante por su trayectoria en la edición consagrada a las Artes Visuales
  •  
    Obra de Leandro Erlich en la Usina del Arte. 

    Buenos Aires Photo.
    Cayetano Arcidiácono y Julieta Escardó ganaron el primer y el segundo Premio Petrobras 2012
    55a Bienal de Venecia.
    Nicola Costantino transfigurada como una reencarnación de Evita en una secuencia de instalaciones visuales es la candidata a estrenar el pabellón argentino en los Arsenales venecianos.

un récord millonario

 
Los jugadores de cartas , de Cézanne.
A la jequeza Mayassa Bint Hamad bin Khalifa no le tembló el pulso cuando tuvo que poner 250 millones de dólares sobre la mesa para quedarse con una pintura icónica que puede ser el emblema del nuevo museo de Qatar. Hija del emir y con diecisiete hermanos, Mayassa se formó en universidades europeas y preside la Fundación Nacional de Museos de su país. Fue ella quien decidió comprar y exhibir un gigantesco Murakami en el Museo de Arte Islámico proyectado por el chino I. M. Pei (Pirámide del Louvre). Sus ambiciones culturales se extienden al mundo del cine. Asociada con Robert de Niro organizó el Festival de Cine de Tribeca, en Doha..

viernes, 21 de diciembre de 2012

MATISSE

La evolución de Matisse hacia el éxtasis

"Matisse: En busca de la verdadera pintura", que se exhibe hasta el 17 de marzo en en el Metropolitan Museum of Art en Nueva York, la muestra presenta la larga carrera de este maestro francés con apenas cuarenta y nueve pinturas, pero casi todas son obras maestras.

POR ROBERTA SMITH - The New York Time


El gran modernista francés Henri Matisse (1869-1954) no era muy sociable. A principios del siglo XX encabezó la breve ola de los fauvistas ­esas "bestias salvajes" de vivos colores­, pero por lo demás se abstuvo de participar en los movimientos que signaron el arte moderno.

Se identificó con artistas del pasado remoto o no tan remoto y tuvo una fluida relación con el cubismo. Pero su mayor deseo era, en sus palabras, "avanzar y profundizar en la verdadera pintura".

Su evolución, rigurosa pero libre, es el tema de "Matisse: En busca de la verdadera pintura", que puede apreciarse en el Metropolitan Museum of Art en Nueva York, una de las exposiciones más emocionantes e instructivas que puedan verse sobre el pintor. (Se extiende hasta el 17 de marzo.) Tan fascinante como sucinta, la muestra presenta la larga carrera de este maestro francés con apenas cuarenta y nueve pinturas, pero casi todas son obras maestras.

La muestra presenta bajo una nueva luz la propensión de Matisse a la copia y el trabajo en serie.

Las pinturas avanzan en pares o en grupos organizados por tema: dos naturalezas muertas con fruta y compota, de 1899; dos versiones de un joven marinero sentado de manera informal en una silla, de 1906; cuatro vistas (1900 a 1914) de Notre Dame.

La última galería ofrece cinco pinturas de fines de la década de 1940 que representan el estudio de Matisse en colores saturados, planos.

Divididos en ocho galerías, cada par o grupo forma su propio miniseminario. En su conjunto, muestran un Matisse que se desplazaba sin descanso entre extremos, que repiensa y revisita una y otra vez su camino a la grandeza con ideas drásticas sobre economía y acabado.

Debe prestarse atención a su costumbre de pintar colores oscuros sobre otros vivos a los efectos de crear un brillo sutil, así como a su frecuente insistencia en las telas negras como fuente de luz y textura.

Buscó una simplicidad moderna que creó una audaz intimidad entre artista, objeto y espectador.

Sostenía que trabajaba "en busca de lo que siento, hacia un tipo de éxtasis".

La práctica de Matisse de copiar procedía de su formación académica, cuya tradición comprendía copiar los viejos maestros en el Louvre.

Pero él dio al ejercicio un giro hacia el presente y copió trabajos más contemporáneos, además de experimentar con estilos diferentes, más postimpresionistas.

La primera galería comprende la naturaleza muerta en homenaje a Cézanne (1904) y otro trabajo que representa el mismo arreglo a la manera puntillista de Paul Signac (1904-1905).

Aun más interesantes son las dos naturalezas muertas de 1899 con compota y fruta.

Una está pintada con un estilo muy rico y constituye un amplio homenaje posimpresionista (Van Gogh, Gauguin, Cézanne, Vuillard). La otra es austera, casi esquelética: la fruta y los recipientes se caracterizan por ser siluetas planas de colores vivos.

Es posible pasar toda la visita en la segunda y tercera galerías de la muestra, dedicados a reflexionar sobre los marineros y los desnudos con pañuelos blancos.

Resulta casi indignante ver que la gran "Vista de Notre Dame" (1914) casi toda azul del Museum of Modern Art tiene una inesperada melliza del mismo año: una vista relativamente realista de la catedral.

En la década de 1930, Matisse empezó a sacar fotografías en blanco y negro de sus pinturas a medida que trabajaba en ellas.

En 1945 llegó a exponer seis pinturas, cada una rodeada de sus correspondientes fotografías, en la Galerie Maeght de París.

La séptima galería de la muestra del Met presenta tres de las pinturas de Maeght en medio de sus fotos de registro.

Establecen que el avance de Matisse era a menudo muy lento, pese a lo cual solucionaba las dificultades y llegaba a una imagen final que exhala frescura y fluidez. Es evidente que las pinturas de Matisse son casi siempre composiciones muy trabajadas, y es maravilloso ver el proceso a través de una crónica tan detallada. Su éxtasis se basaba en numerosas formas de transparencia.

sábado, 10 de noviembre de 2012

MUSEOS

¿En qué se han convertido los museos?

¿Qué es un museo hoy en día? ¿Lugar de espectáculo y entretenimiento o de conocimiento? La irrupción de las industrias culturales y el turismo puso a la institución en crisis. En la era en que las pantallas y la visualidad mandan, pueden enseñar a mirar y a criticar a través de la imagen o convertirse en apenas un paseo para las multitudes, no muy distinto de la tevé.

POR MERCEDES PEREZ BERGLIAFFA

Todo comenzó por acumulación, esa vieja costumbre que tenemos los humanos. Cráneos, huesos, animales disecados, estampillas, libros, vasijas, bocetos, pinturas, momias, muebles, joyas, esqueletos, tacitas de té… A algunos difuntos, en el Neolítico –y aún en la actualidad– hasta se los enterraba con estos objetos queridos, acumulados a lo largo de toda la vida. Tal era el lazo de apego, tal la significancia. En la Antigüedad Clásica, en cambio, en tiempos en que las reliquias eran los ítems a coleccionar, empezó a esbozarse un concepto distinto, una especificidad: comenzó a valorarse la belleza, y como consecuencia, al coleccionismo de objetos artísticos. Por eso también comenzaron a formarse en Grecia colecciones civiles y privadas, cuyo fin era ostentar un poder económico y político. En realidad, algo bastante parecido a lo que pasa en la actualidad con las colecciones y los coleccionistas salvo que, como dirá más adelante el coleccionista Eduardo Costantini –también dueño del Malba–, hay una característica que tomó un relieve fundamental hoy en día: la de la pequeña sociedad, la comunidad que una colección crea alrededor. “Se va creando una comunidad entre coleccionistas, y entonces se hacen circuitos, se habla sobre las obras, se va a eventos juntos”, dirá Costantini.
Muchos siglos después de Grecia, hace tan sólo diez años, tiburones inmersos en piletas de formol –que no, no son las salas de Anatomía I de la Facultad de Medicina, sino las esculturas de Damien Hirst–, y más esculturas hechas sólo con luz, otras con sangre disecada, gritos guardados en formatos digitales, performances grabadas en DVD o documentadas en fotografías, pinturas hechas con comida, con gusanos, con materia orgánica, también fueron acumulables, coleccionables y susceptibles de ser expuestos, mostrados, en público y en privado… Era la hora del coleccionismo de arte contemporáneo (en realidad, del arte del siglo pasado).
Todos estos objetos acumulados, coleccionados a lo largo de distintas épocas y contextos, fueron formando recordatorios emocionales, conjuntos, pequeños y grandes depósitos a puertas abiertas o cerradas, creados –fundamentalmente– en Europa. Al menos, esta es la parte de la Historia que conocemos. Hasta ahora estamos hablando de coleccionismo, de esa antiquísima dinámica que Susan Sontag define como una conexión entre presa y cazador, entre objeto y amo. Nos referimos al coleccionismo como la antesala del tema que nos interesa: tan sólo porque es un pariente del museo, (“Museos –dirá en su libro sobre el tema Américo Casilla, ex director Nacional de Patrimonio y Museos, ex director del área cultural de la Fundación Antorchas y actual director de Typa)–, esos artefactos tecnológicos producidos por las culturas más diversas”. Las colecciones son su antepasado y también sus primos. Están en varias partes de su árbol genealógico. Recién en la segunda mitad del s. XVIII, con el Barroco y de la mano de los postulados de la Ilustración, se originó un tipo de coleccionismo diferente a todos los anteriores. Con la Ilustración y su afán didáctico, enciclopédico y científico, y luego de siglos de colecciones creadas fijándose a veces más en la cantidad que en la calidad, sin criterios de jerarquización ni clasificación, salvo cuando aparecieron las Wunderkammer , Kunsterkammer , Wonder chamber , Cabinets de Curiosités o Cámaras de Maravillas, durante los s. XVI y XVII, esas habitaciones donde se almacenaban, guardaban o archivaban objetos exóticos o fascinantes. Ahí sí se esbozaron las categorías de “Artificialia”, “Naturalia”, “Exotica” y “Scientifica”. Fue ese coleccionismo el que dio nacimiento al museo, a esos museos que reconocemos emblemáticos, como el Louvre o el Británico. Es el modelo de museo que se asentó en el s. XIX.
En la Argentina, ejemplos claros y grandiosos de este tipo de institución son el Museo de Ciencias Naturales de La Plata y el Bernardino Rivadavia. Gigantes, repletos de mamuts reconstruidos a partir de un hueso, y con vitrinas antiguas, con museografías de otras épocas que conviven con otras contemporáneas, presentan, en un mismo espacio, temporalidades diferentes. “Fijate que las vitrinas del Museo de La Plata no están hechas para que el público pueda admirar lo que se expone, porque son altísimas, en ellas todo está muy arriba, sino que fueron hechas para guardar objetos, o para los investigadores. Y hoy en día siguen funcionando”, dirá el antropólogo y crítico cultural Néstor García Canclini cuando le pregunte sobre los museos a lo largo de los siglos. Por su parte, Irina Podgorny –antropóloga e historiadora de los museos de ciencia–, comentará cómo éstos fueron creándose, en la Argentina, en el s. XIX, a la par que nuestro país, un poco por casualidad, un poco por favor político, otro por voluntad y algo por buena fe.
En América Latina, y en especial en nuestro país, hay varios tipos de museos: existen las casas-talleres de artistas, los de ciencias, los universitarios, los creados en lugares históricos –como el Museo Marítimo en el ex Presidio de Ushuaia–, las salitas armadas con colecciones amateurs, que sobreviven en algunas provincias; y también estos grandes museos más aggiornados, de importancia nacional, con mayor presupuesto, algunos de ellos privados.
Los que hoy tienen más relevancia y visitas son sin duda los de arte contemporáneo. ¿Porque ofrecen educación, como se pretendía en el s. XIX? ¿Porque ofrecen diversión, consecuencia del nacimiento de las industrias culturales de mediados del s. XX? ¿O porque ofrecen, simplemente, un paseo ritual, un “deber hacer”?
En otras palabras, ¿qué es un museo hoy en día? Contesta Néstor García Canclini, vía telefónica desde México: “Los museos hoy en día son muchas cosas, no hay un solo modelo de museo ni una política predominante en el mundo. Mi idea es que ese ciclo de los museos-espectáculo, con arquitectos de nombre, y con un atractivo puesto más en el continente que en el contenido, está cerrándose, esta agotándose.
Entonces, ¿qué modelo de museo piensa que se está formando en el s. XXI en el mundo y en Latinoamérica?
No veo un modelo predominante en el futuro. En América Latina creo que hay varios pertinentes. La Pinacoteca de Sao Paulo tiene un modelo a partir de la restauración de un edificio y de un programa de pocas adquisiciones pero convenios muy inteligentes con exposiciones internacionales itinerantes, como la de Cruz- Diez, que estuvo hace meses allí. Primero estuvo en el Malba y ahora la tenemos en el de Arte Contemporáneo de México.
Más que un modelo de museo, eso es un modelo de itinerancia de las muestras. Eso va creciendo. Otro punto importante es la internacionalización.
¿Por qué es importante la relación internacionalizada de los museos? ¿Qué les aporta?
Bueno, es difícil ya defender un museo ensimismado. La historia de los museos es la de la exhibición de su propia identidad o de las conquistas, si hablamos de los imperios, como en el caso del Museo Británico. Pero todo estuvo centrado en la historia nacional, y en lo que esas naciones habían hecho consigo mismas y con los otros. En la actualidad, la interdependencia es tal, que hasta han surgido nuevos museos, como el de las migraciones, el de las fronteras… y los propios museos nacionales –de historia o de arte– han tenido que reconocer esa interdependencia con lo que sucede en el mundo, con el mercado, con los nuevos medios de comunicación. O sea, los museos compiten con la televisión, con las redes sociales; y las pueden usar, también.
¿La tevé y las redes sociales compiten con los museos porque son un entretenimiento más?
En parte sí. Aunque no son sólo un entretenimiento: tienen que tener en cuenta que la visualidad hoy no se enseña sólo en la escuela o en el cine, si no en una serie de pantallas muy diversas y que ofrecen una variedad, no sólo de entretenimiento sino de información, digerida de otra manera. Esto no quiere decir que el museo deba atelevisarze o convertirse en una red social: tiene un espacio físico que debe considerarse en su especificidad, en su potencialidad. Pero por eso mismo es muy interesante la concepción de colección que están manejando algunos de los principales curadores de los más importantes museos del mundo, como Manuel Borja-Villel, del Reina Sofía, quien habla de centrar los misterios del acervo y de la circulación del arte no en la noción de colección sino de circulación de los acervos.
Por su parte, Jessica Morgan, curadora de la Tate Modern de Londres, en charla telefónica desde esa ciudad, sostiene que “los museos se han transformado en espacios mucho más sociales, comunes e interactivos que lo que eran antes, cuando solían ser espacios para la contemplación individual y reflexiva”. Si se le pregunta para qué sirve un museo hoy en día, responde que los museos hoy son, por lejos, espacios culturales muchísimo mejor situados que cualquier otra institución del mismo tipo (el teatro, el cine, la danza), para hacer frente, como potencia social, a una dirección que podría ser impuesta. “En un museo –agrega con razón–, nadie se ve obligado a sentarse en una silla y a ver algo que le imponen. Yo les doy la bienvenida a los cambios que incrementaron la popularidad de los museos. Creo que es un malentendido imaginar que el incremento de público o de popularidad significa necesariamente una baja de la cualidad.
¿Piensa que los museos se convirtieron en espectáculos o en atracciones turísticas?
No estoy en contra de la idea de espectáculo o de entretenimiento. Creo que el arte puede –y con frecuencia, debe– ser entretenido. Por otro lado, siempre han sido atracciones turísticas. Pienso en el “gran tour”, que se realizó en el s. XVIII como parte de un crucero por museos y sitios culturales europeos...
¿Qué tipo de conocimiento le brindan los museos de hoy en día al público?
Un conocimiento que se deriva del aprendizaje visual, el que en la edad de la sobrecarga de los medios de comunicación es extremadamente importante. Los museos pueden enseñar a mirar, a criticar, a comprender y crear a través de la imagen, en lugar del lenguaje. Son una herramienta muy poderosa de nuestra época.
Para Guillermo Alonso, director del Museo Nacional de Bellas Artes, “un museo tiene distintas funciones. El MNBA, que es un museo de colecciones, es principalmente un lugar de estudio, de preservación de sus propias colecciones. Eso es lo primero. Luego, es sumamente importante la relación que mantiene con la comunidad y con su entorno. En el fin del s. XX y en lo que va del XXI, veo que la conducta del público dentro de los museos se modificó. Las personas van, se quedan horas ahí, cada vez pasan más tiempo. Cuando yo estudiaba Derecho en el edificio frente al MNBA y ni me imaginaba que podía llegar a dirigirlo, venía a estudiar a las salas del museo porque estaban vacías y, entonces, eran silenciosas. Eso hoy es imposible. No habría cómo preparar Derecho Romano en este espacio”, dice con una sonrisa.
Marcelo Pachecho, curador jefe del Malba, no tiene dudas: “Sigo creyendo en el museo –dice– como en una de las instituciones creadas por la Modernidad, transmisora de valores. Sigo creyendo que un museo es el mediador de lazos comunitarios y de pertenencia. Más allá de la transformación que sufrió el museo al entrar en las industrias culturales en los últimos veinte años, con todo el tema de las industrias turísticas, y del ingreso al ámbito del negocio y del show, los museos siguen teniendo esa capacidad. Y me parece una función central. Porque creo que siguen siendo un lugar en el que se maneja fundamentalmente la distribución de valores y que tiene que ver con valores de intercambio, esa distribución particular de la identidad. Y con la inclusión de la ciudadanía, con la pertenencia... Sigue funcionando eso. Pero de una manera complicada, porque enfrenta una situación muy difícil de resolver, en términos de que se han transformado en centros vinculados con el espectáculo y con una concepción del museo donde la gente pasa por las salas sin tener ya relación con la obra.
Entonces, ¿para qué va el público al museo?
Porque el museo se transformó en una institución más de las industrias culturales.
Van de paseo. Los museos construidos en el mundo en los últimos veinte años tienen cada vez mayor cantidad de metros dedicada a las confiterías y tiendas, antes que a las salas de exposición. Muchas veces no es un buen negocio, pero siguen ampliándose porque la imagen sigue siendo poderosa. La imagen sigue siendo uno de los principales mecanismos de construcción de la ciudadanía. Y aun más con la globalización.
En este tipo de museos, donde las exposiciones son tan marketineadas y publicitadas como un espectáculo de Broadway, ¿dejó de importar la obra?
En parte sí, porque en realidad lo que se está vendiendo es una marca. Lo que vendés es el poder de convocatoria que tienen determinados artistas, y todo lo que se mueve alrededor de la historia del arte en relación a los grandes maestros, por ejemplo. Entonces es cierto que parte de las exposiciones se olvidan de las obras. Eso depende de las decisiones institucionales y curatoriales.
En 2001, Eduardo Costantini decidió hacer pública su colección de arte y crear su propio museo. ¿Por qué? Responde en estos términos: “Bueno, yo soy un coleccionista nato. De chico, coleccionaba estampillas. Pero tiempo después, con mi colección de obras, a medida que fue mejorando y los años fueron pasando, tomé conciencia del valor artístico de la colección. Tomé conciencia, también, de la dimensión social que tiene una obra de arte, sobre todo, un conjunto de obras de arte. Y llegó un punto en que me di cuenta de que tanto las obras como los coleccionistas tienen un rol social.” Comenta García Canclini sobre el tema: “Los coleccionistas jugaron un papel importante en la historia de los museos, pero también a veces han puesto muchas condiciones”, . “Es un papel complejo. Pero en la Argentina, el papel del coleccionista está condicionado por la despreocupación del Estado, que no compra casi nada de obra contemporánea. O sea, no compra obra en el momento en que se está produciendo. Esto pasa y pasó en la Argentina y en otros países de América Latina. ¿Qué consecuencias arrastra? Que en buena medida, la obra se está yendo de la región”.
Wunderkammer , cámara de maravillas: el gabinete del futuro puede llegar a quedar vacío.

martes, 23 de octubre de 2012

Grabados de GOYA

El Museo Larreta festeja medio siglo de arte con grabados de Goya

Una selección de más de sesenta obras resume la creatividad del artista más allá de los encargos de la Casa Real. Exponen sus críticas sociales, procedentes de los fondos del museo y de una colección privada.

POR Julieta Roffo

“Impresiones eternas”. Así se llama la muestra que el Museo de Arte Español Enrique Larreta montó para celebrar su 50° aniversario, con más de sesenta grabados de Francisco de Goya. Y se llama así por dos motivos: porque esos grabados, en planchas de metal, pueden reproducirse, y porque el mensaje que el artista dio hace dos siglos mantiene una vigencia tan potente como alarmante.
Son cuatro las series que componen lo que la curadora de la muestra, Patricia Nobilia, define como “una antología del artista español”: Caprichos, Disparates, Desastres de la guerra y Tauromaquia, que es la única que pertenece al patrimonio del Larreta. Las otras tres fueron prestadas por un coleccionista privado argentino. Hay, además, cuatro grabados iniciáticos, de 1778, en los que Goya empieza a utilizar la técnica inspirado en pinturas de Diego Velázquez como “Los borrachos”.
Mercedes di Paola de Picot, directora del museo, explica por qué fue Goya el artista elegido para festejar el cincuentenario: “Queríamos hacer una muestra de un artista trascendente, y los grabados fueron muy importantes en la carrera de Goya. También pensamos en Picasso, pero su obra fue muy falsificada y eso plantea riesgos”.
Los grabados de Goya, cuyas primeras impresiones eran vendidas a través de clasificados en diarios madrileños de fines del siglo XVIII y principios del XIX, dan cuenta de su trabajo fuera de la Corte del Rey de España: al no trabajar por encargo, explica Nobilia, Goya expresó allí las costumbres sociales y las preocupaciones que lo aquejaban con gran creatividad.
En Tauromaquia, del año 1816, se adivina la importancia de una práctica emblemática en España: las corridas, distintas destrezas de los toreros, pero también los riesgos en las Plazas, como un toro desbocado que cae sobre los gradas y lastima al público.
Disparates, creada entre 1816 y 1823 y última de las grandes series grabadas, deja ver las visitas de Goya al circo francés, en Burdeos, así como escenas de tortura, cacerías de brujas, bailes carnavalescos y cierta subversión del orden establecido: entre hombres y mujeres, y entre el clero y los políticos y sus seguidores. Un mundo patas para arriba en el que lo onírico también aparece sugerido.
Caprichos (1799) y Desastres de la guerra (1810-1815) son las series con mayor carga de denuncia, y tal vez con mayor vigencia. En la primera se deja ver la crítica a los matrimonios por conveniencia, a la superstición -estaba por iniciarse el Siglo de las Luces y la Razón se instalaría como paradigma-, a la corrupción en el poder político y en la Justicia y a un sistema educativo deficitario, en el que los que enseñaban quedaban rápidamente por debajo del nivel de sus alumnos. Para Goya, la serie reunía “extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil”, según escribió en un periódico de Madrid el 6 de febrero de 1799.
En la sala que alberga los Disparates hay también una selección de fotos de guerras del siglo XX y comienzos del XXI. Algunas famosísimas, como la de la nena quemada con napalm que corre, en Vietnam, o “Muerte de un miliciano”, tomada por Robert Capa durante la Guerra Civil española.
Impacta –intencionadamente, aunque de manera tácita– el parecido entre los grabados de Goya, con fosas comunes, cadáveres mutilados, hambruna y las clases bajas en el frente de guerra y las más acomodadas sacando provecho del enfrentamiento, y esas imágenes: hace que esas impresiones se vuelvan terriblemente contemporáneas.
Además de la serie Tauromaquia, el Larreta desempolvó cuatro de los trajes que las provincias españolas le regalaron a Eva Perón en 1947: se trata de cuatro “trajes goyescos”, según explica Nobilia, ya que están representados en varias de las obras del artista, tanto pinturas como grabados.
“Quisimos mostrar a un español importante para celebrar el cincuentenario. Y las denuncias que Goya hizo hace dos siglos están muy presentes hoy, porque en algunos aspectos, el mundo se repite”, reflexiona di Paola.
Es que las extravagancias y desaciertos que criticó el español superaron el desafío del tiempo.

AGENDA

Dónde:
Museo de Arte Español Enrique Larreta (Juramento 2291).
Cuándo: hasta el 20 de noviembre. Lunes a viernes de 13 a 19, sábados y domingos de 10 a 20.
Entrada: 1 peso. Jueves gratis.
Actividades: www.museos.buenosaires.gob.ar/larreta.htm

domingo, 21 de octubre de 2012

CARAVAGGIO

Obras maestras del Barroco

Caravaggio y sus seguidores en el Museo Nacional de Bellas Artes

Procedentes de colecciones de Italia, Malta e Inglaterra, más de veinte pinturas del artista italiano que provocó un quiebre en el arte del siglo XVII y sus epígonos más encumbrados se exhibirán desde la semana próxima en Buenos Aires
Por Angel Navarro  | Para LA NACION
Siete obras de Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio, componen el núcleo más importante de la exposición Caravaggio y sus seguidores, que se inaugurará la semana próxima en el Museo Nacional de Bellas Artes. Realizadas entre 1597 y 1610, cubren los últimos trece años de la producción de este artista que, en tiempo brevísimo, estableció un modo expresivo que teñiría la pintura venidera tanto en Italia como en todo el mundo occidental.
Consideradas cronológicamente, la primera obra es la Cabeza de Medusa, que data de 1597 e ilustra la tapa de este número de adncultura. Se trata de una representación de la cabeza de este terrible ser mitológico cuya mirada paralizaba los hombres, colocada sobre un escudo convexo y circular, tal como podría verse en el escudo de Alejandro Magno. A esta obra también se la conoce como Medusa Murtola en alusión al poeta Gaspare Murtola, que la menciona en dos composiciones que escribió en 1610; sirve para distinguirla de una versión posterior encargada por el cardenal
Francesco Maria del Monte, quien la obsequió al gran duque Ferdinando I deToscana, hoy en la Galería de los Uffizi en Florencia. La Cabeza de Medusa puede ser considerada como la culminación de obras tempranas donde Caravaggio se interesa por la representación de gestos así como por el desarrollo de elementos naturalistas.
Retrato de cardenal, realizada posiblemente en 1599-1600, es la segunda. Conservada en la Galería de los Uffizi, de Florencia, perteneció a la colección de los Medicis a partir de 1704 y era considerada un retrato del cardenal Cesar Baronio. En 2010, luego de haber sido objeto de estudios y análisis por parte de diversos especialistas, fue aceptada como obra del artista, a la vez que se planteó la posibilidad de que el retratado fuera el cardenal Benedetto Giustiniani (1554-1621).
Las cinco pinturas restantes están dedicadas a santos representados en meditación, en el curso de una experiencia mística o sufriendo un martirio. Realizada entre 1605 y 1606, San Jerónimo escribiendo muestra claramente las características de la pintura de Caravaggio en su mejor estilo: la figura del santo traductor de la Biblia en su mesa de trabajo se recorta contra el fondo oscuro, bañado por una luz que ilumina los libros y la calavera, sus instrumentos de trabajo y meditación. En ese espacio, pequeño y poco profundo, crea un ambiente recoleto y severo en el que reconocemos a un hombre sencillo y basto ensimismado en sus pensamientos. El borde de la mesa, el paño blanco que cae de ella y los libros que la rebasan son referentes que ayudan a conformar el escaso espacio que culmina en el inmediato plano del fondo; esta inmediatez de la representación convierte al observador en un elemento más de la composición, integrándolo como un testigo de un momento culminante de la vida del santo.
 
Magdalena desvanecida, óleo sobre tela realizado por Artemisia Gentileschi en el siglo XVII. Foto: Gentileza MNBA
El gran contraste de luz y sombra que el artista produce crea una atmósfera dramática, con dos puntos focales: por un lado, la figura del santo, viejo, flaco, desnudo, envuelto apenas en un manto rojo, sumido en su traducción y, por otro, la calavera, tétrica naturaleza muerta que nos recuerda nuestro destino final. La organización de los diferentes elementos de la composición -santo, mesa, libros, calavera, paño- no es inocente, como tampoco lo es la luz usada sabiamente para destacarlos, que acentúa formas fundamentales en el discurso que el artista despliega. La luz especialmente distribuida es la que califica este discurso que Caravaggio quiere que percibamos de modo especial.
En San Juan Bautista alimentando un cordero y San Genaro degollado (o San Agapito), ambas pintadas alrededor de 1610, así como en las dos versiones de San Francisco meditando, encontramos también el empleo de las características que se han constituido en la base expresiva del artista.
Nacido en Caravaggio, una villa cercana a Milán que le dará su nombre, Michelangelo Merisi fue formado en el taller de Simone Peterzano a partir de 1584. No se conoce cuándo ni en qué circunstancias llegó a Roma. Habría llegado allí en 1592; aparece mencionado en un documento de 1594 y sabemos que trabajó en el taller de Giuseppe Cesari, il Cavaliere d'Arpino, donde tenía como tarea la pintura de frutas y flores. Posteriormente entró al servicio del cardenal Del Monte, quien lo introdujo en círculos romanos. Éste es el tiempo en que el artista pinta jóvenes efebos, solos o en grupos haciendo música, y escenas con decidores de buenaventura o jugadores de cartas, personajes que pueblan las calles de la ciudad que por entonces se halla en un proceso de cambio.
Desde fines del siglo XVI y a lo largo del XVII hubo en Roma una gran actividad arquitectónica y artística, lo que explica el interés de los artistas que buscaban trabajo. Asimismo, la ciudad era un centro de concurrencia obligada debido a las obras de arte que albergaba, producidas en los últimos tiempos así como también en épocas clásicas. Nuevos palacios, iglesias y edificios gubernamentales, trabajos de renovación de viejas obras arquitectónicas y de decoración de las nuevas, generaron un enorme movimiento de artistas y competencias, envidias y rivalidades que en muchos casos era saldadas mediante duelos.
Caravaggio no quedó fuera de esta ola de actividad. En 1599 recibió un encargo para la capilla Contarelli, en la iglesia de San Luis de los Franceses, donde realizó tres obras dedicadas a san Mateo, que fueron las que lo lanzaron a la fama. En ellas se despliegan ampliamente las características señaladas en San Jerónimo escribiendo y que, luego, se verán en toda la producción realizada hasta su muerte en 1610.
Las formas esenciales de sus pinturas, motivadas por el abandono de toda idealización y la búsqueda de un acabado realismo, que lo llevó a pintar cuidadosos detalles o a la elección de personajes populares vestidos con ropas contemporáneas para representaciones de escenas que se desarrollan en su propio tiempo, provocaron muchas veces el rechazo de sus obras, para las que debió plantear nuevas soluciones. Vale la pena anotar que las obras rechazadas encontraron siempre compradores y fueron destinadas a importantes colecciones, como sucedió con su Muerte de la Virgen -hoy en el Museo del Louvre-, que fuera adquirida por Vincenzo Gonzaga, duque de Mantua, aconsejado por Peter Paul Rubens, entonces al servicio de su corte.
 
San Jerónimo escribiendo, de 1605-1606. Foto: Gentileza MNBA
Reconocido como artista a partir de los últimos años del siglo XVI y promovido con obras públicas como las dedicadas a la historia de san Mateo en la iglesia de San Luis de los Franceses, Caravaggio también fue conocido por su carácter irascible y su naturaleza pendenciera, que lo enviaron a los tribunales en diversas oportunidades a partir del año 1600.
El pintor Giovanni Baglione lo demandó en 1603 por considerarlo autor de versos difamantes; estas demandas se acrecentaron con el correr del tiempo a causa de su conducta. En 1604 motivó dos incidentes y al año siguiente tuvo cinco, entre ellos, uno motivado por portar puñal y espada sin autorización, y otro por una disputa por una mujer llamada Lena, modelo en algunas de sus obras. En 1606 una reyerta culminó con la muerte de Ranuccio Tomassoni algunos días después, convirtiendo a Caravaggio en asesino. Juzgado in absentia, es desterrado de Roma, tras lo cual se inicia un periplo para huir de la ley: primero estuvo en las colinas romanas para seguir luego a Nápoles y Malta, donde es nombrado caballero de la orden, y Sicilia. Siempre intentó conseguir el perdón para poder retornar a Roma. Pero la muerte lo sorprendió en Porto Ercole el 18 de julio de 1610, en circunstancias que no están claras todavía.
Esos diez años fueron de intensa actividad. En Roma trabajó para responder a encargos para iglesias, como Santa Maria del Popolo, Santa Maria in Valicella, San Agustín y Santa Ana de los Palafreneros, además de responder a comisiones privadas. Luego de su huida en 1606, Caravaggio recibió encargos y pintó para iglesias en los diferentes lugares donde estuvo, difundiendo así su personal estilo, que ya había sido aclamado por sus colegas artistas y también por el público, que se reconocía en los personajes populares que pueblan sus escenas. Esta empatía y su original vocabulario naturalista es lo que se admira y se acepta de este artista bohemio y pendenciero, que supo calar hondo en el sentimiento de su época.
Copiado e imitado en su propio tiempo, Caravaggio tuvo gran cantidad de seguidores en toda Europa, que originaron un movimiento caracterizado por el uso de luces y sombras en contraste, fondos oscuros y figuras populares; algunos tomaron su fórmula de figuras de medio cuerpo, como sucedió con su amigo Orazio Gentileschi (1563-1639), que adoptó su estilo tempranamente y lo difundió trabajando en París y en Londres, donde murió.
Otros usaron las composiciones de grupos, como sucedió con su rival Giovanni Baglione, con quien compartió el ambiente romano y quien escribiría sobre él en Vite de' pittori (Roma, 1644), o con Lionello Spada, que en su Coronación de espinas genera un grupo de gran dinamismo enfatizado por el contraste de luces y sombras. Simon Vouet y Valentin de Boulogne, dos franceses que estuvieron en Roma luego de la muerte de Caravaggio, apelaron a su estilo y lo difundieron en su país.
La obra de este artista apasionado fue revolucionaria y marcó un quiebre con las formas expresivas del último manierismo, y fundó al mismo tiempo uno de los pilares de la pintura barroca. Algunas obras de Caravaggio de esta exposición han sido sólo recientemente descubiertas y aceptadas como autógrafas. El artista fue injustamente olvidado durante mucho tiempo y sus revolucionarias innovaciones se integraron a la pintura del siglo XVII, que siguió un camino donde su nombre no tuvo lugar. En el siglo XX, los estudios de Roberto Longhi renovaron el interés en Caravaggio, especialmente luego de la exposición de Milán en 1951, que incluyó unas cuarenta obras.
A partir de entonces aparecieron nuevas pinturas, entre las que podríamos señalar La conversión de la Magdalena, adquirida en 1974 por el Instituto de Arte de Detroit, que Indalecio Gómez había comprado en París en 1904 y que luego de su muerte permaneció olvidada en una estancia salteña. Hoy, el número de obras se ha duplicado, lo que aumentó el conocimiento sobre este artista "maldito" de vida novelesca.

adn caravaggio

 
Foto: Gentileza MNBA
Milán, 1571-Porto Ercole, 1610
Considerado un precursor del Barroco, fue promovido con obras públicas y tuvo una gran cantidad de seguidores. Sus pinturas, con imágenes realistas y dramáticas, provocaron muchas veces rechazo pero siempre encontraron compradores. También se destacó por su carácter irascible..

domingo, 14 de octubre de 2012

Alejandro y el Arte en oriente

Mapa de la campaña de Alejandro Magno (siglo IV AC). 
LLegó a  Egipto, Arabia, Afganistán, Iran y la India.
Era el primer encuentro entre el mundo griego (occidente) y el oriente.
El arte Greco- búdico es una simbiosis de arte y religión.


El Arte Greco-búdico (Arte de Gandhara)

.

En el budismo primitivo, representar la figura de Buda era un tabú, así que en las pinturas y relieves donde Éste debía de aparecer , su figura se sustituía por símbolos como las huellas de sus pies, un parasol, etc. Las primeras estatuas de Buda no fueron realizadas por orientales, sino por talleres de artistas griegos que emigraron a tierras de Pakistán y Afganistán tras las conquistas territoriales llevadas a cabo por Alejandro Magno. Este estilo artístico, que se desarrolla entre los siglos IV antes de Cristo y V de nuestra era, sienta las bases de lo que va a ser la escultura budista que se realizará desde Afganistán hasta Japón. Es posible que a quienes vean las tradiciones orientales y el budismo como algo nuevo, ajeno a occidente, les pueda sorprender que hace dos mil años los Dioses del Olimpo y los Budas y Bodisatvas de oriente eran representados en un mismo estilo artístico de origen europeo: el helenístico. El Arte Greco-búdico o Arte de Gandhara floreció durante muchos siglos a lo largo de la Ruta de la Seda. Aún hoy, después de tanto tiempo, nos sigue sorprendiendo la dulzura y la paz que emanan de estas estatuas.



PERSIA RUPESTRE
 El arte de los sasánidas
Persia rupestre

   Los persas sasánidas fueron para los romanos lo que los persas aqueménidas habían sido para los griegos: la viva encarnación de la amenaza que venía de oriente.
   En el siglo III d C, emergió en tierras del actual Irán una poderosa estirpe de reyes, forjadora de un imperio, el sasánida o neo-persa, que llegó a enfrentarse en repetidas ocasiones al imperio romano, infligiéndole numerosas y contundentes derrotas. Los sasánidas demostraron que los persas seguían siendo un pueblo combativo, irreductible, una nación capaz de medirse de igual a igual con la civilización occidental. Los ecos de esa actitud desafiante parecen aún resonar en el Irán de hoy.
   Pero los sasánidas fueron también una comunidad culta y refinada, que nos dejó un legado artístico sumamente atractivo, aunque poco conocido. Entre las obras de arte sasánida que mejor han sobrevivido a los estragos del tiempo destacan sus magníficos relieves rupestres, esculpidos en los remotos acantilados y roquedos de las montañas de Persia.